Asesina

Un hombre estaba acostado en la cama mirando al techo y suspirando porque ella llegara, de repente la silueta de una mujer se hizo presente a contraluz. La oscura silueta no mencionó ninguna palabra y lentamente se sentó sobre su pecho, él suspira aliviado y plácido... ella sonríe, toma su brazo y lo ata suave pero firmemente a los barrotes de la cabecera de la cama; él no se asusta. Continúa con el otro brazo y la misma operación, hay sonrisas pícaras pero serenas.

Ella se acerca y lo besa apasionadamente, termina mordiendo el labio inferior y estirándolo un poco, al soltarlo sonríe y clava la mirada en los ojos de él, mientras sus delicadas manos tocan el vientre y suben hasta el pecho, luego hasta el cuello y lo rodea; sigue mirando fijamente con cierta satisfacción... él sigue sin asustarse, hay sonrisas mutuas. La mujer comienza apretar sus manos, lentamente, como queriendo graduar el momento... él lo permite con sus ojos en ella.

La sonrisa no cesa, así como la fuerza en el cuello. El aire se detiene, igual que el tiempo. Los ojos del hombre comienzan a blanquearse y aún así no hay miedo, solo entrega. La silueta femenina se mezcla con las otras sombras, poco a poco solo logra verse el pequeño bombillo, que ahora es una estrella en medio de la penumbra. Ella no se detiene y continúa aplicando presión, tan fuerte como su satisfacción, el placer la invade y ya no puede detenerse. Hay una última mirada muy leve, muy rápida, luego la energía de la cama vibra, mas tarde todo esta quieto.

No hubo mayor ruido. No hubo mayor tensión, más que en las manos de la mujer. No se oyó ningún suspiro, ningún ahogo, nada. El continúa sonriendo, con los ojos aún puestos en los de ella, pero ya sin vida, comenzando a palidecer, con los brazos colgando de los barrotes...

... Una luz blanca invade rápidamente todo...

Solo es un recuerdo. Ella, con su cabeza recostada sobre la barra, abre un ojo y logra ver una botella con un par de tragos por servir, luego un vaso vacío y un cigarrillo humeando los ultimos aires. Sus oídos se despiertan y logra entender la música de fondo: Blues. Levanta la cabeza y toma el cigarrillo, da un chupo largo y bota el humo con la mirada puesta en el piso.

Yo la observo desde la otra esquina. Algo en ella no me permite soltarla y la veo prolongadamente, tal vez el contraste de su piel blanca, o sus labios carnosos, quizá su cuello... Tomo valor, cojo mi vaso y camino hasta la barra, ella no se inmuta. Me siento al lado e intento buscar palabras.

Por el rabillo del ojo ve mis intensiones, voltea su cara y fija la mirada en mi, "Ni se te ocurra intentar algo conmigo". Y yo me quedo quieto. Levantando la mano hace un no. "Este es mi último cigarrillo, esa mi última botella, esta mi última canción... pero tu no serás mi último hombre. Él ya esta esperandome al otro lado, junto con otros tantos. Yo misma los envié allá, esa es mi naturaleza. Me encanta ver a los hombres morir por mí", Sonríe.

Tomó la botella y sirvió un trago. Lo bebió todo en dos sorbos, luego sirve el último poco de licor y me lo da. "Tienes suerte, hubiera sido bueno verte palidecer." Me mira y se acerca lentamente, me estremesco, mi cuerpo vibra, estoy fascinado, encantado, no lo puedo creer. Me besa fuertemente, mordiendo mis labios, tengo una explosión de miedo y placer. Al alejar su cara, limpia un poco mi boca con sus dedos... su sonrisa se hace atractiva pero aterradora, me hace un guiño y se retira.

Sin dejarla de ver, pienso que hubiera sido delicioso estar bajo esos ojos perdiendo el aliento y deseando la eternidad con ella... muevo la cabeza y tomo el trago que quedó servido. Ella deja el bar y desaparece en la fría noche.

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